Crecimos en medio de tanta información romántica, con la ilusión de encontrar a nuestro THE ONE, que andamos en desesperación entre poemas y canciones por la vida a la espera de que nos atraviese la flecha de cupido.

¿Cuántas veces has entregado tu tiempo y tu espacio? ¿Cedido tus gustos y deseos por el otro -porque así nos enseñaron que es  el verdadero amor- ante la mínima esperanza de que pueda ser la tan esperada media naranja?

Ese que va a lograr hacerte sentir como nunca antes, especial, única, único, feliz, amado, amada verdaderamente.

La noticia es que tú no eres naranja y menos una mitad.

La noticia es que el amor de tu vida ERES TÚ.

Sólo puedes pararte frente a una persona y decirle: "sin ti me muero", y que esto sea verdad: .

Sólo tú sabes como te gusta que te hablen, te amen, y no lo haces. Lo dejas en manos de alguien más.

Sólo tú puedes ofrecerte ese tan esperado amor. Dios y tú. Porque ese amor sin límites, incondicional, 24/7 es algo que siempre estuvo en ti, viene de esa fuente creadora que habita en tu chispa divina y a la que puedes recurrir en cualquier momento de tu día, de tu vida.

Desde ese ser completo, entonces lo que el otro haga, diga o piense, toma otra dimensión. Una más real y las relaciones se salen de la co-dependencia, se salen del “te necesito” para entrar en el verdadero romance: "¡No te necesito, no me haces falta, puedo vivir sin ti pero elijo vivir contigo! Mi felicidad no depende de ti pero ya que la tengo decido compartirla contigo."

"Eres libre de ser quien necesites ser y seguir evolucionando y así mismo lo soy yo."

Cuando entiendes y aceptas que el amor de tu vida eres tú, todas tus relaciones cambian, nadie puede manipularte nunca más. Eres libre, empiezas relaciones desde la plenitud. Desde un ser completo y jamás vas a aceptar nada tóxico nada que no te sume o te permita crecer.

Alguien que se asume como el AMOR de su vida, se cuida, se mima, se protege, se acepta, se echa porras, estudia constantemente, se lleva de viaje, se abre una botella de vino, el mejor de la casa. Se aprende a aceptar, todo eso que estabas esperando recibir de alguien más, y que cuando dejaron de dártelo, te sentiste decepcionado, defraudado, entiendes que no es trabajo de nadie más.

Y cuando por fin lo entiendes y lo aceptas liberas a todo tu entorno y te liberas a ti misma, a ti mismo de esas obligaciones. El drama desaparece. Las relaciones se plantean desde un acuerdo de complicidad pero ya no más de completitud porque por fin entiendes que completa estas que lo has estado siempre. Que te tienes y que te has tenido siempre.

Y sí, elegirte como el amor de tu vida implica mucha responsabilidad personal, implica salirte del drama, de lo tóxico, implica soltar las ganas que puedas tener de relacionarte con quien sea que no esté dispuesto a amarse así a si mim@ y no, no es una decisión fácil porque no encontrarás una pareja dispuesta a ese viaje igual de sencillo que si la invitación fuera a depender el uno del otro, necesitarse y sufrirse mutuamente ¿Sabes qué? ¡Qué bueno!

Imagina cuando, ahora sí completo, completa y en libertad, compartas con alguien más. Imagínalo, porque si trabajas en ti y te decides a salvarte a ti mismo, a ti misma, eres ¡Uno menos que salvar! Eres libertad, verdad, alegría y seres así son los que nos urgen como humanidad.