A todos nos ha pasado que cuando alguien nos traiciona, cuando depositamos nuestro amor y confianza en alguien que nos juega chueco pensamos:

Que tont@ que no me di cuenta..

Y podemos culparnos, flagelarnos, y nuestros pensamientos pueden castigarnos mil veces por haber caído en la trampa de esa persona.

Pero lo que más nos conviene es entender que no había manera que nos diéramos cuenta antes, porque justo la intención de esa experiencia, era a abrirnos los ojos con respecto a eso en particular.

Las personas usamos mascaras, algunas son mas sofisticadas que otras.

Las mascaras están hechas de apariencias, de lo que la persona muestra ante la gente, pero no es lo que es.

Hay quien se muestra como débil e incapaz, y la realidad es que es floja y quiere que los demás le resuelvan.

Otra es la de víctima de las circunstancias, lo cual puede esconder a un manipulador en potencia.

Puede mostrarse como déspota, cuando en realidad es muy inseguro.

La de la buena persona que ayuda a todos, cuando en su casa es probable que este jugando el papel de tirano.

La de la persona fuerte que sabe salir adelante sola, cuando la verdad es que se siente insegura y esconde sus debilidades.

Los desafíos de la vida nos ayudan a desvanecer nuestras máscaras y atrevernos a mostrarnos al mundo tal cual somos y a que aprendamos a ver a ver las personas mas allá de ellas.

Y es curioso cómo, cuando somos capaces de ver a través de un tipo de máscara, las demás que están hechas de eso mismo, caen como por arte de magia y tenemos la capacidad de ver honestamente a las personas que en toda nuestra vida habían jugado ese tipo de papel.

 Por lo tanto, no te culpes, no te lastimes con pensamientos por no haber visto lo