Comencé a trabajar desde pequeña, cantaba en comerciales y hacía coros de discos. Luego montaba coreografías. Vendía casas, como estaban frente a Xochimilco, al terminar pasaba a comprar flores y las revendía a mis vecinos y amigos. Después entre a Garibaldi y a hace 20 años comencé mi carrera como conductora.

Soy responsable económicamente de casi la totalidad de los gastos de mis 3 hijos; por lo tanto, la idea de no tener ingresos es algo que me daba y me sigue dando más que terror. Hace 1 año y 2 meses tomé la muy, muy difícil decisión de renunciar a mi trabajo. Apostando por que la vida me iba a mostrar cuál es mi mejor camino y debo decir que nunca me imaginé que me iba a poner donde ahora estoy.

Quería irme pero no sabía qué hacer luego

Yo ya llevaba mucho tiempo queriendo moverme de ahí, pero pensamientos como: “No va a haber otra cosa para mí”, “Me pagan bien y solo voy unas horas”, “No es tan malo”. Pensar así hacía que me esforzara y que le huyera a la decisión de estar fuera de ahí, estaba cegada

Hasta que me di cuenta que llevaba años llorando todas las mañanas porque no quería ir a trabajar. Y que mi sentido de responsabilidad es el que hacía que me parara, me bañara y fuera a cumplir con mis responsabilidades, pero cada día era más difícil sonreír y lograr entretener a las personas que me veían porque yo estaba de mal humor y enojada porque no quería estar ahí.

Siempre amé conducir programas de tele, incluso en los malos momentos, estar ahí subía mi animo y me ayudaba a olvidar por un rato mis problemas, pero llegó un momento en donde era al revés. Me mentalizaba, hacía ejercicios de positivismo, ponía mantras, etcétera, para lograr entrar al aire con un buen estado de ánimo, pericón el paso de los minutos y las cosas que pasaban hacían que mi atención estuviera puesta en que no se notara lo que estaba sintiendo. En lugar de disfrutar y fluir, mi mente estaba viendo las maneras de verme feliz en lugar de enojada y triste.

Me sentía cada día más triste e insegura. Sé que soy muy buena como conductora, para mi siempre fue fácil hacerlo a pesar de nunca haberlo estudiado, pero me daba cuenta que cada día era más difícil para mí y mi autoestima cada día estaba más baja.

Ya es momento de un cambio

Hasta que llegó el punto donde pensé: El universo no puede apoyar esto. De esto no se puede tratar la vida. Debe de haber algo más. Así que con todo el terror del mundo, renuncié. Ahora me doy cuenta que cuando me di la oportunidad y abrí mi panorama, veo que hay muchas otras cosas fuera del mundo de la tele. 

La costumbre de 20 años hacía que no pudiera verlo. Cuando veía a personas que dejaban de trabajar en la tele pensaba pobre, qué triste que ya no tenga oportunidades. Los veía con lástima. Como si la tele fuera lo único que hay en la vida y al dejar de estar al aire uno fuera algo así como un exiliado sin patria. Ahora me doy cuenta que mis proyectos alternos pueden ser hasta mi objetivo de vida, mi misión...

El miedo de irse es por el tema económico, pero hay cosas que van mucho más allá

Mi intención de hablar de esto es porque hay muchas personas que están un trabajo que no les gusta o donde los tratan mal. Se quedan intercambiando su tiempo por dinero por los pensamientos de escasez. Donde les hacen bullying y no se llevan bien con el jefe o con los compañeros de trabajo.

Tenemos que pensar que nuestro trabajo es una de las formas en las que podemos sentirnos orgullosos de nosotros mismos, donde tenemos la oportunidad de poner en acción nuestras inteligencias y talentos. Estar en un lugar donde no se nos valora hace que esas inteligencias se duerman lo cual vulnera nuestra autoestima y seguridad.

Por el contrario, ganarte la vida haciendo lo que amas es una manera increíble de darnos cuenta de todo lo que somos y lo que somos capaces de hacer. Por ejemplo, hay personas que salen todas las mañanas a meter solicitudes de empleo para ver que pega, están en un estado de necesidad tan grande que van a agarrar lo que sea con tal de ganar el dinero para poder mantener a su familia.

Las consecuencias de esto es que al estar en un trabajo que no le gusta se empieza a ser infeliz, a estar enojado, le urge que sea fin de semana, le caen mal los lunes porque tiene que regresar al trabajo que no le gusta, pueden desarrollar problemas de alcoholismo para olvidarse de todo lo que está pasando, se enferman. Hay muchas consecuencias de estar en un trabajo que no te hace feliz.

Es necesario cambiar de mentalidad y abrirse a nuevas experiencias

Hay que quitarse las creencias de más vale malo conocido que bueno por conocer. Entiendo que así todos tenemos necesidad de trabajar para pagar las cuentas, pero hay personas que se quedan toda la vida ahí siendo infelices. A lo mejor si no te gusta tu trabajo, pero te da terror quedarte sin ingresos, valdría la pena que consideres meter tu curriculum en otro lado y cuando tengas el nuevo trabajo sueltas el otro.

Puedo aceptar que a lo largo de toda mi carrera como conductora las puertas se me abrieron sin necesidad de siquiera tocarlas, todo fue fluido y abundante. En este último año, tuve algunos ofrecimiento profesionales, tuve la tentación de aceptar algunos para tener la tranquilidad de tener mi sueldo mes con mes en mi cuenta. Pero cada que estaba a punto de aceptar me ponía a pensar si realmente eso es lo que quería hacer.

Veo a muchas personas que están en relaciones tóxicas desde hace muchos años con parejas que pareciera que en lugar de amarlos y ayudarlos los odian. Y que están constantemente mostrando y engrandeciendo sus inseguridades, que en lugar de apoyarlos los atan para que no vuelen y no sean felices.

No sabemos cuánto tiempo vamos a vivir y muchas veces me cuestionaba si me quedara poco tiempo de vida si quisiera estar haciendo eso que me estaban ofreciendo los últimos días de mío vida y la respuesta siempre era NO. Si tomé la decisión de irme de un trabajo que no me hacía feliz ¿como por qué iba a aceptar la misma gata pero revolcada?

Si sientes que todas las puertas se te cierran es que a lo mejor estás buscando en el lugar equivocado. Ahora sé que sí me quedan uno, dos, diez o cien días de vida quiero hacer lo que estoy haciendo. Quiero estar muy, muy cerca de mis hijos y quiero que todo el sufrimiento y el dolor de los últimos años sirva para ayudar a las personas que quieran escuchar y que todas y cada una de mis experiencias les ayuden a encontrar su luz.