Sin duda las enfermedades mentales han estado ganando mucho terreno desde hace varios años. Cada vez conozco a más personas que sufren ataques de pánico, y muchas de estas son personas jóvenes.  No nos damos cuenta que la depresión, la ansiedad y la angustia son muestra de que algo no está bien con nosotros hasta que llegan a ser muy frecuentes e incapacitantes.

Mi experiencia personal

Por muchos años sufrí de ataques de pánico, me sucedían en cualquier momento y lugar. Cuando pasaba en mi casa sólo lograba bajar la intensidad yéndome a la cama, pero con el tiempo los ataques de pánico comenzaron a acorralarme, me sucedía cuando iba en el coche o cuando estaba conduciendo un programa de televisión, al grado de estar en plena entrevista y entrar en un momento donde mi mente se quedaba en blanco y lo único que quería era salir corriendo porque no podía respirar, sentía como de mis manos y de mi frente comenzaban a rodar gotitas de sudor frío, sentía que si me movía iba a romperme en pedacitos o morirme de un ataque al corazón. Por eso puedo entender perfectamente cuando alguna persona se hospitaliza creyendo que está teniendo un infarto, porque se siente que te vas a morir, no es una exageración.

En esos momentos, cuando creía que no tenía salida, llegaban a mí oído palabras como susurros, que como bálsamo, me dictaban qué decir para que no se notara al aire la situación por la que estaba pasando. 

¿Como controlé mis ataques de pánico?

Comencé a leer mucho sobre técnicas para conseguir controlarlos, lo cual a veces me permitía terminar con mi trabajo y así poder llegar a mi casa donde la curva del ataque subía a su máximo nivel.  Independientemente de lo que leí y las terapias que tomé, comencé a poner mucha atención intentando darme cuenta de qué era lo que me los provocaba

Descubrí que su origen era cuando algunas veces se tocaban los temas que tenían que ver con el escándalo mediático, cuando había algún hecho injusto o mal intencionado por parte de la producción o de algún compañero, o cuando algún medio me atacaba, lo que me llevó a entender que los ataques me daban cuando me sentía en una posición de vulnerabilidad, cuando me sentía indefensa, sola, desprotegida o atacada. Por lo tanto tenía 2 opciones: 

Volverme un búnker: sin sentimientos, ni emociones; o aprender a manejar mis ataques de pánico. Al principio opté por la frialdad, pero al corto tiempo comencé a pagar factura por los comentarios de la gente que me describen como inhumana, fría y despiadada, lo que me obligó a buscar opciones para aprender a manejar mis ataques de pánico. 

Por eso, por mi propia experiencia quiero compartirte algunos tips de cómo controlar un ataque de pánico:

Practica técnicas de respiración

Cuando detectes que está empezando el ataque pon atención a tu respiración y te darás cuenta, lo primero que cambia es el ritmo, se hace corta y superficial., así que antes de que suba la intensidad, respira lenta y profundamente. Te puede ayudar si cuentas 5 tiempos para meter el aire, sostienes 5, sacas en 5 y te quedas sin aire 5.

Si estás en un lugar donde no puedes hacer eso, con que pongas atención a tu respiración y trates de alentarla te servirá.

Apóyate con algún objeto 

Toca diferentes texturas, de tu ropa, del sillón donde estés sentado, de la silla, de la pluma, cuaderno lo que tengas a la mano, eso te ayudará a regresar al presente

Medita

Cuando puedas, retírate a un lugar tranquilo y practica cualquier tipo de meditación por lo menos 20 minutos. Ahí te darás cuenta cómo toda esa angustia primero se hace más fuerte, pero a lo pocos minutos comienza a bajar.  Practicar meditación regularmente, también te fortalecerá internamente, te dará una sensación de seguridad y te ayudará a que los ataques de pánico sean cada vez menos frecuentes, menos intensos y más cortos. 

Mantén tu mente en el presente

Los ataques de pánico son miedo al futuro, llegan cuando nuestros niveles de ansiedad y control están muy altos. No pensar en lo que pasará en el futuro te ayudará a darte cuenta conscientemente de que no podemos controlar nada y a nadie, sólo podemos aprender a manejar la manera en la que reaccionamos

Ante la sensación de vulnerabilidad, alejarnos de las personas que nos hacen daño nos ayudará a fortalecernos. Las enfermedades mentales no son un asunto de ‘échale ganas’ o ‘ponle actitud’, es cuestión de enfocar toda tu atención, abrazarla y aprender a acompañarte cuando estés pasando por esa tormenta interior y así evitar que entres en pánico, lo cual sólo lo agrava más.

Es importante que si son muy fuertes, frecuentes o incontrolables, tomes alguna terapia que te ayude, y si es necesario, consultar a un médico. Hacer meditación, Chikung y yoga, también sería muy bueno para ti, hasta que llegue el día, que cedan y te des cuenta de lo que es vivir libre de ansiedad.